Café, una historia encantadora


Cuenta la leyenda que en Etiopía vivía un pastor de cabras llamado Kaldi, quien luego de varios días comenzó a observar notables cambios en el comportamiento de sus animales, los cuales se mostraban muy agitados y enérgicos. Entonces decidió averiguar por el origen de dicha situación, y encontró que se trataba de unos frutos rojos que producía un pequeño arbusto, del cual sus cabras comían con gran placer. Su curiosidad lo condujo a probarlos también y experimentó efectos similares. Unos días después, llevó una muestra de los frutos a un monasterio cercano, en donde le contó al abad lo ocurrido. Por orden del superior los monjes cocinaron las ramas y las cerezas. El resultado fue una bebida amarga y medio insípida que con desagrado tiraron al fuego. Al caer las cerezas en las brasas, empezaron a tostarse y unos minutos después, un aroma muy agradable empezó a inundar el lugar. Esto hizo reflexionar al abad, quien ordenó que repitieran la infusión, pero usando únicamente los granos tostados. Poco después quedaron encantados con una bebida de sabor amargo, mucho mejor que la anterior.

El primer registro histórico lo sitúa alrededor del siglo X en Abisinia antiguo nombre de Etiopia, en la región sudoeste de Kaffa. La referencia escrita más antigua sobre el café, aparece hacia el año 1000, siglo XI, hecha por Abu Alí Al-Husayn ibn Sina, más conocido como Avicina, filósofo persa, pero ante todo una eminencia de la medicina árabe, en su libro El canon de la medicina. En esta obra escribe lo siguiente, "su infusión fortifica los miembros, limpia el cutis, seca los humores malignos y da un olor excelente a todo el cuerpo".

Mapa de Etiopía
Los peregrinos que viajaban hacia La Meca y Medina a cumplir sus preceptos religiosos, debieron llevar la planta a Arabia a finales del siglo X, dado el diagnóstico descrito por el célebre médico árabe. Al parecer hacia el año 900, el café ya se encontraba en Yemen, a donde lo habían llevado caravanas de mercaderes árabes. Se cree que su nombre proviene del turco Kahwe, que significa "lo que maravilla y da vuelo al pensamiento". Quizás Kaffa se transformó en Kahwe. Los árabes lo llamaban Q'Ahwah o Kahwah, que significa "bebida hecha de frutos", porque ya para la época preparaban una bebida de gran aceptación.

Existen algunos indicios que sugieren que los árabes comenzaron su cultivo y producción a gran escala a partir del siglo XIV. Ellos jugaron un papel muy importante en la difusión de su consumo, logrando la propagación por todos los países musulmanes incluyendo Egipto. Los primeros establecimientos públicos para tomar café se abrieron en La Meca. En 1510 le tocó el turno a El Cairo, implantando así esta costumbre, transformándose después en un hábito colectivo. En 1511 se desató una polémica muy grande, generada por el gobernador de La Meca, quien prohibió tomar café debido a que, según él, era contrario a las buenas costumbres. La campaña de desprestigio llegó hasta los púlpitos de algunas mezquitas, por lo cual, se convirtió en una controversia de índole religiosa que se extendió hasta 1523. Durante este año, el Sheik Obelek convocó una reunión con los personajes más influyentes de la región, para discutir y tomar una decisión definitiva sobre el asunto. Muy seguramente, ahí se trataron temas sociales, religiosos e históricos relacionados con el punto de discusión, pero, ante todo, se repartieron cualquier cantidad de tazas de la bebida, de tal manera que todos los asistentes se familiarizaron con esta, y finalmente, se dio por terminada la oposición oficial al café. 

El monopolio árabe de su producción, estuvo basado en la prohibición de la exportación de cualquier planta o semilla que no hubiese sido tostada, y en guardar muy bien el secreto sobre las técnicas del cultivo. Esto les generó inmensas ganancias económicas, comercializándolo con éxito hasta el siglo XVII, a través de Moca, el famoso puerto yemení sobre el Mar Rojo.

Llegada del café a Europa

Como resultaba imposible vigilar y registrar cada uno de los peregrinos que llegaban a La Meca, sucedió que, hacia finales del siglo XVI, un hombre llamado Baba Budan, sacó las primeras semillas de café no tostadas y las sembró en los alrededores de su cabaña, ubicada en las montañas de Mysore, en un pueblo llamado Chik Maglur en la India, iniciando así el punto de partida de su cultivo en este país. Los comerciantes europeos tuvieron conocimiento de la nueva planta y bebida, y fueron los holandeses quienes, en 1658, la llevaron a Ceilán, logrando su aclimatación y cultivo.

Cuando el café llegó a Europa hacia comienzos del siglo XVII, no tuvo una buena acogida, dado el fanatismo religioso reinante en la época. Fue calificado como "bebida de infieles", debido a su procedencia árabe. Incluso los más radicales lo llamaban "la bebida del demonio". Era sin lugar a dudas, la preferida de los musulmanes, con quienes habían estado en guerra durante siglos. De acuerdo con esto se encontraba de nuevo en medio de otra gran polémica religiosa. Al llegar al Vaticano, muchos asesores le pedían al papa que la prohibiera, pero se negó hasta no probarla. Se dice que cuando al papa Clemente VIII, le llevaron una buena taza de café caliente, luego de tomar el primer sorbo, comentó, "esta bebida del demonio es tan deliciosa, que deberíamos engañar al diablo bautizándola". Después de estas palabras nada que decir. El café recibió su "bautizo" y su consumo quedó oficialmente aprobado.

Papa Clemente VIII (1536-1605)
Su aparición en este continente se dio en Venecia, a donde llegó en 1600. En 1645 se inauguró el primer establecimiento para tomar café, siendo el primero de Europa. Durante el siglo XVIII empezó a propagarse por el resto de países, alcanzado el más alto nivel. Su consumo se daba entre la nobleza, los grandes hacendados y mercaderes. En 1706 lograron traer, aclimatar y cultivar algunas plantas en el jardín botánico de Amsterdam. Esto constituyó el punto de partida para su exportación a otros jardines botánicos europeos y luego a América.

Después de una serie de conversaciones del gobierno francés con el ayuntamiento de Amsterdam, se logró que, en 1714 le enviaran al rey Luis XIV una plántula de café, la cual fue recibida con todos los honores, como si se tratara de un embajador. Al día siguiente fue llevada al jardín botánico de París, donde recibió los cuidados pertinentes para su posterior propagación.

El café en América

En 1714 un joven normando llamado Gabriel de Clieu, capitán de la marina francesa, tuvo la idea de llevarse una planta enraizada de café para sembrarla en su residencia caribeña en la isla de Martinica. Luego de los permisos correspondientes otorgados por el gobierno francés, le entregaron una planta en la cubierta de su barco, que iba dentro de una caja de madera con tapa de cristal para que pudiera recibir la luz solar. La travesía estuvo llena de muchos infortunios, según lo relataría el capitán De Clieu, quien tuvo que enfrentar incluso a un pasajero, que quería tener la gloria de ser el primero en llevar el café al Nuevo Mundo. Durante el trayecto escaseó el agua potable. El capitán compartía su propia agua con la planta, y por las condiciones tan severas registradas, faltó poco para que esta muriera antes de terminar el viaje. Finalmente llegó a Martinica. La sembró en su finca. Se aclimató, y con dificultades, logró obtener la primera cosecha en 1726. Luego se extendió su cultivo con éxito en toda la isla. Unos años más tarde, se expandió a otras islas cercanas como Santo Domingo, Guadalupe y Mauricio. En 1719 los holandeses enviaron plantas de café desde Amsterdam a Surinam, donde se aclimataron, y luego desde ahí, el café fue introducido al Brasil.

Hacia 1773 ya el café se consumía en la colonia holandesa New Amsterdam (hoy ciudad de Nueva York). El hábito tomar café en sitios públicos, adquirió tal carácter social, que convocaba a tertulias, hacer negocios, conspiraciones o simplemente a socializar. En este orden de ideas, la Revolución Francesa nació en el café Foy de Paris y la Revolución Americana lo hizo en el Green Dragon de Boston.

El café en Colombia

En 1732 comenzó el cultivo del café en Colombia, con semillas procedentes de las Antillas francesas, en la misión jesuita de Santa Teresa de Tabage, en la confluencia de los ríos Orinoco y Meta, cerca de actual frontera con Venezuela. Así quedó registrado en el libro Orinoco Ilustrado del sacerdote jesuita Jose Gumilla. Hacia 1834, un sacerdote llamado Francisco Romero, párroco de Salazar de las Palmas, Norte de Santander, ponía como penitencia a sus feligreses, sembrar cierta cantidad de matas de café, lo cual impulsó en gran medida la propagación del cultivo.

Así pues, la próxima vez que te encuentres saboreando un café, recuerda la maravillosa y centenaria historia que hay detrás del contenido de esa taza, cuya concepción original turca encierra todo su encanto: Kahwe, "lo que maravilla y da vuelo al pensamiento".

FUENTES Y REFERENCIAS













Comentarios

  1. Excelente historia sobre el café, ahora lo quiero más si es un buen café colombiano.

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  2. Me dieron ganas de tomar un buen Café de Colombia

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  3. Excelente recorrido histórico, muy agradable y amena , datos especialmente deliciosos.

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