Y sin embargo se mueve

Durante muchos siglos se creyó que la tierra y el firmamento no se movían, que la tierra era el centro del universo y que el sol giraba alrededor de la tierra. A principios del Siglo XVII, las viejas ideas de Aristóteles, de Ptolomeo e incluso el pasaje bíblico de Josué, quien ordenó al sol detenerse para alargar el día logrando así la victoria en una batalla, hacían pensar que las cosas eran así, que no había que cuestionar nada, que no había que cambiar nada, y quien se atreviese a hacerlo, sería considerado un hereje por la Iglesia Católica. Es entonces cuando surge la prominente figura de Galileo Galilei.

Galileo nació en Pisa (Italia), el 15 de febrero de 1564, en el hogar de Vicenzo Galilei y Giulia Ammanati. De su madre es poco lo que se sabe. Su padre era de familia noble. Un músico consumado, muy culto. Tuvo fama en su época por sus composiciones y obras sobre teoría musical y terminó dedicado al comercio. Se sabe que Galileo heredó de su padre el gusto por la música e interpretaba muy bien el laúd.


Como Vicenzo quería que fuera médico, lo matriculó como estudiante de medicina en la Universidad de Pisa en 1581, pero muy pronto Galileo descubrió su vocación por la física y las matemáticas y cuatro años más tarde sin terminar sus estudios viajó a la ciudad de Florencia, en donde trabajó como matemático, haciendo demostraciones y dictando clases. En 1589 regresó como profesor a la Universidad de Pisa y en 1592 viajó a Padua para realizar estudios matemáticos en su universidad. Tiempo después se convertiría en profesor de este prestigioso centro de estudios. La Universidad de Padua estaba libre de la influencia de los jesuitas, quienes dirigían la Universidad de Pisa y divulgaban ahí el programa oficial en todas las áreas del conocimiento. 
Galileo disfrutaba muchos de sus días festivos en Venecia. Es aquí donde conoció a Marina Gamba, con quien tuvo una extraña relación de quince años aproximadamente. Nunca se casaron ni vivieron juntos. Tuvieron tres hijos, Virginia nacida en 1600, Livia en 1601 y Vicenzo en 1606. En ninguno de los registros de bautismo aparece el nombre de Galileo como su padre.

Hacia 1609 llegó a sus manos un aparato de aumento fabricado por un artesano holandés, algo así como un rudimentario catalejo que servía de diversión en las reuniones. Por su propia cuenta aprendió a pulir lentes. Esta es una actividad extremadamente difícil de hacer y lo era aún más en esta época. Luego de combinar varias piezas de cristal, le realizó modificaciones muy importantes. Una vez finalizado, invitó a varios senadores y caballeros de Venecia al campanario de la Torre de San Marcos en donde instaló su aparato. Desde ahí pudieron apreciar varios barcos ubicados a una distancia bastante considerable. Por aquel entonces el Arsenal Naval de Venecia era el más grande de Europa, y un instrumento de estas condiciones, significaría una gran ventaja para la Armada en sus batallas. Desde el Senado de Venecia llegó un pedido de catalejos para dotar el Arsenal. Galileo recibió un generoso salario de por vida por sus servicios a la república.

Galileo muestra su telescopio
En noviembre de este año con unos nuevos ajustes a su telescopio, Galileo lo apuntó hacia la luna y pudo observar su geografía; muy similar a la de la tierra con montes y valles. Descubrió que la Vía Láctea estaba compuesta por estrellas separadas; 
al igual que cúmulos de estrellas, como las Pléyades. Dibujó todo esto con lujo de detalles. Esto contradecía a Aristóteles, cuya teoría indicaba que los cuerpos celestes eran esferas perfectas. Pero eso era apenas el principio. También pudo apreciar las fases de la luna, y más adelante lo enfocó hacia Júpiter. Descubrió las cuatro lunas de este planeta. Como estrategia de mercadeo, dedicó su descubrimiento a la familia Médici, llamándolos "Planetas Medíceos", pues ya tenía en mente formar parte de la corte de esta poderosa familia florentina, de la cual habían surgido varios papas, y tenía gran influencia en toda Europa. En marzo de 1610 publicó sus observaciones y sus dibujos en el libro El mensajero de las estrellas, Sidereus Nuncius, título original. Escrito en latín que era lo usual para los libros de ciencia en aquellos tiempos. El libro se agotó rápidamente y la fama de Galileo y su telescopio se extendió por toda Europa.

Todos estos descubrimientos iban en contra del conocimiento de la época, en donde seguía imperando lo establecido por Aristóteles. Un cielo que no se movía. Un universo regido a través de esferas perfectas. La tierra ubicada en el centro de este cosmos y el sol girando alrededor de ella. Lo que también se conoce como la teoría geocéntrica. Unos sesenta años antes de la invención del telescopio, Nicolás Copérnico había planteado la teoría heliocéntrica, en donde se tenía al sol en el centro, y a su alrededor giraban los planetas. Planteaba además, el movimiento de la tierra sobre su propio eje. Pero todo esto había sido descartado, porque no había evidencias del movimiento de la tierra, de hecho, les parecía una tontería pensar que la tierra se moviera. Por eso con sus descubrimientos, Galileo empezó a transformar el mundo, a sacudirlo desde sus cimientos. Fue el inicio de la física experimental, porque antes de él todo se manejaba desde el punto de vista teórico. Lo que habían planteado los antiguos hombres de ciencia, había sido por observación directa; pero con la invención de su telescopio, comenzó a devaluar falsas sentencias establecidas como verdades absolutas durante siglos, y defendidas de manera brutal, por la Iglesia Católica a través de la Santa Inquisición.

Unos meses más tarde, Galileo le envió una carta al gran duque de Toscana Cosme II de Médici, junto con una copia de su libro y un telescopio. En ella le pedía su consentimiento, para formar parte de la corte de la poderosa familia. Algunas semanas después, recibió una carta, en donde le informaban que había sido aceptada su solicitud. Entonces se llevó a sus hijas Virginia y Livia, y las ingresó al convento de San Mateo de Arcetri, ubicado hacia las afueras de Florencia. De acuerdo con las costumbres de la época, como sus hijas eran ilegítimas, debido a que sus padres no se habían casado, entonces ellas nunca podrían casarse. Para algunos analistas, esta era la mejor opción que le quedaba para ayudarlas. De su hijo Vicenzo no se sabe mucho. Durante veinte años Virginia escribió decenas de cartas a su padre, muchas de ellas aún se conservan. En sus textos se aprecia una gran amistad entre ambos.

A pesar de que estaba convencido de la teoría de Copérnico, le faltaba demostrar que la tierra se movía. Fue entonces cuando recibió una carta de uno de sus seguidores, Benedetto Castelli. En ella le sugiere que la clave estaba en Venus, que quizás con su telescopio podría observar su movimiento, así como había observado las fases de la luna. Luego de varias noches pudo precisar cómo Venus se movía alrededor del sol. Este fue su ¡Eureka! ¿Se imaginan ustedes la felicidad del hombre por lo que acababa de observar? No salió desnudo como Arquímedes a contarle a la gente su descubrimiento, pero sí lleno de júbilo, empezó a contárselo a todo el mundo. Como no podían faltar sus detractores, pocos días después, muchos sacerdotes desde sus púlpitos comenzaron a criticarlo porque estaba lanzando "peligrosas afirmaciones" que iban en contra de la Biblia. Hasta ese momento se encontraba tranquilo, pues contaba con la protección de la familia Médici. Pero las cosas empezaron a cambiar, cuando la madre del gran duque de Toscana, Cristina de Lorena, gran duquesa de Toscana, comenzó a presentar dudas. Sucedió en una de sus acostumbradas tertulias, en la que invitó a Castelli, y lo cuestionó sobre la existencia de las lunas de Júpiter, al igual que sobre el relato de Josué en el Antiguo Testamento.

duquesa Cristina de Médici
Un tiempo después, Galileo le envió una carta a la gran duquesa de Toscana, en donde le da entender que aunque las Sagradas Escrituras nunca mienten, sus intérpretes son susceptibles de equivocarse, muchas veces, porque se basan en el sentido literal de las palabras. 
Para él la Biblia no era un libro de astronomía, sino un libro dedicado para la salvación del hombre. Esto terminó siendo interpretado como un ataque al libro sagrado. La carta comenzó a circular, y finalmente llegó a Roma, donde empezaron a considerarlo como hereje. Durante el invierno de 1616 viajó a Roma a intentar aclarar la discusión. Por su parte el embajador de los Médici en la capital italiana, escribió una carta al Vaticano, en la que le manifiesta la preocupación de la familia de verse afectada por los razonamientos de Galileo. Después de escuchar sus explicaciones sobre el movimiento de la tierra, basadas en sus observaciones, los teólogos se reunieron y votaron por unanimidad de que la teoría sobre el movimiento de la tierra alrededor del sol era materia de herejía. Le dijeron que no debía seguir hablando del tema, y que si desobedecía la orden, sería silenciado. De manera inmediata, los libros y escritos de Copérnico fueron incluidos dentro del índice de los libros prohibidos Index librorum prohibitorum. Unos meses después, su hija Virginia, realizó uno de los rituales más antiguos e importantes en los conventos, y fue el de abandonar sus posesiones mundanas y cambiar de nombre. Ella escogió el de María Celeste en apoyo a su padre.

En 1623 tras la muerte de Gregorio XV, fue elegido como papa el cardenal Maffeo Barberini, convirtiéndose en Urbano VIII. Barberini era amigo de Galileo. Por eso de inmediato viajó a Roma para entrevistarse con él. Recorriendo los jardines del Vaticano, el tema no podría ser otro que el de su prohibición recibida siete años atrás. Urbano VIII lo autorizó para que lo hiciera, siempre y cuando lo tratara como una hipótesis. Muy contento por la noticia comienza a escribir un nuevo libro, esta vez en italiano para que todo el mundo lo pudiera entender. Las cartas de María Celeste sugieren que él le permitía leer lo que iba escribiendo. Después de cinco años en vísperas de la Navidad de 1629 terminó su libro Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo. Es una obra maestra de la retórica. Es un debate sobre los sistemas mundiales: ¿es el sol el centro del universo? ¿o es la tierra el centro del universo?

Tal y como su nombre lo indica, se trata de un diálogo entre tres amigos, Salvati, Sagredo y Simplicio. Salvati encarna la nueva ciencia, la observación experimental. Sus argumentos son a favor del heliocentrismo de Copérnico. Simplicio representa la visión geocéntrica del universo, la visión conservadora antigua. Sagredo es el moderador entre los dos oponentes, pero al final termina inclinándose por las nuevas doctrinas que le entusiasman. Galileo tenía planeado publicar el libro el año siguiente, pero en 1630 la peste negra azotó a Italia, especialmente Toscana y la ciudad de Florencia, en donde murieron alrededor de 6.000 personas. Durante aquel tiempo aplicaron en encerramiento obligatorio a toda la población para evitar el contagio. María Celeste muy preocupada por la salud de su padre, le enviaba remedios preparados con plantas, de acuerdo con las indicaciones dadas por el Maestro de Salud Pública de Florencia. Sin conocer la razón, en su convento lavaban la ropa con vinagre hirviendo como forma de desinfección. Ninguna de las integrantes de su comunidad resultó infectada.
El juicio de Galileo
En el año 1632 finalmente pudo publicar su libro. Aunque Urbano VIII no lo leyó, empezó a escuchar rumores de poderosos eclesiásticos por los pasillos del Vaticano, quienes decían que Galileo se burlaba del papa ridiculizándolo a través del personaje Simplicio, que no había escrito un discurso científico sino una sátira. Por tal motivo, el año siguiente fue llamado por la Inquisición a presentarse a Roma. Su proceso se inició el 12 de abril de 1633, y luego de un humillante y fatigoso interrogatorio que duró alrededor de veinte días, fue hallado culpable y obligado a pronunciar de rodillas la abjuración de su doctrina, y condenado a prisión perpetua. Es aquí cuando surge su famosa frase Eppur si muove, "y sin embargo se mueve". Aunque es poco probable que la haya dicho en este momento, dada la gravedad de la situación en la que se encontraba.

Gracias a las gestiones diplomáticas del embajador de la familia Médici en Roma, la condena de Galileo fue suavizada, al permitírsele el arresto domiciliario, que finalmente terminó cumpliendo en su quinta en Arcetri, muy cerca del convento de María Celeste, quien murió de disentería en marzo de 1634 a la edad de 33 años. Al momento de su muerte, todas las cartas de su padre que ella guardaba meticulosamente en algún lugar de su celda desaparecieron. Quizás la superiora del convento, dio la orden de quemarlas, por temor a represalias por parte de la Iglesia. A pesar de la ceguera que poco a poco lo fue invadiendo, con la ayuda de un asistente durante sus últimos años, se dedicó a escribir todo lo que había descubierto en su vida. La caída de los cuerpos, el movimiento pendular, el disparo de proyectiles y muchos temas más, que dejó plenamente detallados en su obra final Discursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias. El padre de la ciencia moderna falleció en el  amanecer del 9 de enero de 1642..

FUENTES Y REFERENCIAS












Comentarios

Entradas populares de este blog

Curioso matrimonio del Sabio Caldas

Café, una historia encantadora

El inolvidable Jaime Garzón