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Quino, ¡muchas gracias!

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A los tres años de edad, sus padres lo dejaron al cuidado de su tío Joaquín Tejón y una noche del año 1935 quedó hipnotizado cuando vio el primer dibujo de su vida. Su tío había dibujado con lápiz azul un caballo y aquel instante se convirtió para Joaquinito Lavado en algo que lo marcó para siempre, fue casi como una experiencia religiosa. Como lo expresaría en una entrevista unos años más tarde, "...a los tres años dibujé a mi tío. Descubrí que de algo tan simple como un lápiz, podían salir personas, caballos, trenes, montañas... un lápiz es algo maravilloso" . Unos meses después Joaquinito, a quien para diferenciarlo de su tío comenzaron a llamarlo Quino, fue sorprendido cuando dibujaba rostros en la mesa del comedor, una tabla de madera de álamo. Su madre se enfadó, pero no por mucho tiempo. Llegaron a un acuerdo. Lo dejaría dibujar sobre la mesa, siempre y cuando la lavara  después   con agua y con jabón. En la escuela prefería dibujar que estudiar. La gramática y la orto