Mata Hari, la espía más famosa de la historia
A finales del siglo XIX, Leewarden, Holanda, hoy Países Bajos, tenía una población de 27.000 habitantes. Allí todos conocían a Adam Zelle, el sombrerero, quien siempre formaba parte relevante de cada uno de los eventos sociales de la localidad. A diferencia del Sombrerero del país de las maravillas, no le fabricaba sombreros a ninguna reina, sino a aquellos privilegiados, quienes pudieran pagar uno o varios a su gusto y medida. Era alto, rubio, y tenía porte de caballero. Antje Vandermeulen, una rubia de rasgos nórdicos y aspecto vikingo era su esposa. Formaban una pareja muy reconocida y medianamente acomodada.
El 7 de agosto de 1876 les nació una hija, su primogénita. La gran sorpresa fue que la bebé era muy morena y tenía el cabello negro. Sus rasgos eran de india, como si fuese descendiente de un habitante de la India. Fue bautizada como Margaretha Geertruida Zelle. Ante el desconcierto de sus padres, se dieron a la tarea de investigar sus árboles genealógicos. Descubrieron que Antje descendía de un grupo étnico ubicado al norte del país con iguales características, piel morena oscura y cabello muy negro, que cinco siglos antes, había llegado procedente de oriente. Se trataba entonces de un impresionante brinco genético. Quizás algo sin precedente en la historia.
A medida que la niña crecía, se iba convirtiendo en una chica muy hermosa. Cuando su madre murió, fue ingresada a un internado, donde no duró mucho, pues motivado por su belleza, el director estuvo acosándola la mayor parte del tiempo. Un tío la rescató y se la llevó para La Haya, en donde vivió algunos años. En 1894 se casó con un militar llamado Rudolf McLeod. Ella tenía dieciocho años, y él con treinta y ocho, le doblaba la edad. Este no fue un matrimonio feliz. Él cayó en el alcoholismo y empezó a maltratar a su esposa.
Margaretha era una mujer muy inteligente, muy especial. Tenía gran facilidad para establecer relaciones, para hacer amigos. Otro aspecto a destacar, es su aprendizaje de los idiomas. A las pocas semanas de haber llegado a un nuevo país, ya podía hablar en su lengua con cierta fluidez. Algo nada común en las mujeres de su época. En las fiestas militares a las que eran invitados, se desenvolvía como pez en el agua. Fue gracias a ella que a su esposo lo trasladaron a la Isla de Java. Una vez ahí, quedó encantada al ver y aprender los bailes tradicionales indonesios, al igual que sus vestuarios, bastante llamativos. Todos muy exóticos y cargados de mucho erotismo. Era un sueño hecho realidad, conocer todo ese mundo de ensueño, de diosas, princesas y alegres coreografías. McLeod intentó prohibirle que realizara estas danzas en las celebraciones militares en las que participaban, pero no pudo. A partir de entonces empezó a deteriorarse la relación. Ya de tiempo atrás, se había convertido en un ser antipático para mucha gente a causa de su adicción al alcohol.
En una ocasión, uno de los cocineros a su servicio cometió un error. Rudolf lo reprendió y lo humilló de manera exagerada. El nativo en venganza, envenenó la comida de su hijo mayor de dos años, Norman, quien falleció. El militar casi enloquece. Margaretha lo culpo por lo ocurrido. Ahora sí, el matrimonio estaba hecho pedazos. En 1901 regresaron a Holanda y se separaron poco después. Él nunca le envió un florín. A ella le quedaba el apoyo de su hija menor, Jeanne, llamada cariñosamente Nohah, pero durante una visita a McLeod, este se negó a dejarla volver con su madre.
Fuente: National Geographic |
Con unos pocos ahorros y el apoyo del sombrerero, viaja a esta ciudad, en donde se emplea como modelo de pintores. Con esto no tuvo ningún lío, dada la belleza de su rostro y el espectacular cuerpo que tenía. Poco a poco fue ampliando el círculo de amigos y dando a conocer sus bailes exóticos. A la gente le gustaba la historia de su vida, a la cual, le iba agregando nuevos ingredientes fantásticos, que la rodeaban cada vez más de una aureola de misterio. Su fama corrió como pólvora por París. Tiempo después, se convirtió en la invitada especial de las grandes fiestas, donde deslumbraba con sus presentaciones.
Su baile era lo que en el mundo se conocería años después como un Strip-tease. Iniciaba cubierta de muchos velos, luego seguía una serie de movimientos muy sensuales, provocativos, en los que poco a poco iba despojándose de sus prendas, y finalizaba solo con un peto enjoyado que le cubría los senos. Pero su desnudo lo hizo pasar como un "baile cargado de mucha espiritualidad, según las danzas exóticas orientales". Con este cuentazo engañó a Paris, y unos años más tarde, a la gente de otros lugares de Europa donde se dio a conocer.
Un poco después, se asoció con el más famoso representante de Francia, quien la llevó a recorrer los teatros más importantes de todo el país, logrando mucha fama y dinero. Después vino la conquista de Europa. Triunfó en España, Montecarlo y Alemania. Nobles, multimillonarios, cantantes, actores, embajadores, y en general, personajes de la élite de Francia y Europa la conocieron. La gran mayoría de ellos, terminaron teniendo relaciones íntimas con Mata Hari, y antes de despedirse, además de elevadísimas sumas en efectivo, le dejaban regalos de inmenso valor, como joyas y vestidos. Uno de sus amantes le regaló un chalet, ubicado en uno de los sectores más privilegiados de París. Ganaba grandes sumas de dinero por su presentaciones. Se hospedaba en los mejores hoteles de cada ciudad a donde iba. Vivía en un nivel de lujo impresionante y gastaba sin medida.
Al llegar a Alemania, se retiró para pasar un tiempo con su nuevo amante, un militar de familia muy adinerada. Luego viajó a Egipto, donde se hizo amante del joven heredero del imperio. Unos meses después, volvió a presentarse en Montecarlo. Entre 1912 y 1914 comenzó su decadencia. Ya nadie la quería contratar. Había varias bailarinas exóticas con aires de espiritualidad regadas por Europa. Entonces se convirtió en una prostituta de lujo. En su chalet recibía la visita de hombres millonarios.
Se le dio una nueva oportunidad en Palermo, Italia, donde su actuación no fue tan destacada. La presentación fue en un sitio privado, donde tuvo que alternar con unos perros amaestrados. A finales de 1914, su antiguo amante alemán, había logrado que la contrataran en una compañía de teatro en Alemania, la cual iniciaría su primera temporada en septiembre. Pero en agosto de este año, Alemania le había declarado la guerra a Francia. Desde el 28 de julio de 1914 había comenzado la Primera Guerra Mundial, que se conoció también como La Gran Guerra. Intentó escapar a Francia por la frontera con Suiza, pero no pudo. Al regresar a su hotel, sin mucho dinero en su bolso, un huésped, quien era holandés también, le pagó la cuenta y la ayudó a regresar a Holanda. Viajaron en tren hasta Amsterdam.
Desde hace algunos meses, ella venía sendo cuidadosamente observada por Alfred Kraemer, el Jefe del Servicio Secreto alemán, quien había sido uno de sus clientes, y, además, era el cónsul alemán en Amsterdam. Sus grandes aptitudes antes mencionadas, además de ser ciudadana de un país neutral, la situaban en una condición muy favorable para convertirse en espía. Es entonces cuando le hace el ofrecimiento de espiar para Alemania, información relevante de los movimientos militares y políticos de Francia. En ese momento ella no tenía trabajo, no había ahorrado nada, por lo cual, este ofrecimiento era lo único que tenía. Le pagarían 20.000 francos. Al aceptar, en el consulado le entregó dos botellitas con "tinta simpática", que era una tinta invisible, la cual, acababa de ser inventada por los científicos de Bayer. Imposible de detectar. Con ella Mata Hari escribiría todos sus mensajes. A partir de entonces, sería conocida en el mundo del espionaje como el agente H-21.
Foto tomada en 1914. Fuente: National Geographic |
El Servicio Secreto alemán le facilitó todos los medios para que viajara a París. En esta ocasión, conoció al capitán Vadim Masslov, ruso al servicio de Francia, quien llegó a disfrutar unos días de descanso. Fue el primero y único hombre que amó en su vida. Cuando Masslov regresó al frente, ella se dedicó a conquistar oficiales franceses, para obtener la información que le pedían. La verdad no tenía muy claro qué era lo más relevante, pero en medio de las sábanas, empezó a realizar su trabajo. Envió muchos mensajes a Kraemer en Amsterdam, quien los remitía luego a Berlín. Según se sabría años después de su muerte, la información que entregó no era muy relevante.
Ante la necesidad de ganar más dinero, decidió volverse espía de Francia. Se entrevistó con el capitán Ladoux, Jefe del Servicio de espionaje y contraespionaje francés. Su trabajo consistiría en ir a Bélgica, donde se pondría a las órdenes de un contacto, quien colaboraba con miembros del Estado Mayor alemán. La ruta sería por vía marítima, iniciando hacia Holanda, luego España y por último Bélgica. De aquí en adelante, las cosas se le complicaron a Mata Hari. La serie de sucesos que ocurrieron hasta el final de su vida es bastante larga, por lo cual, solo se mencionarán los más relevantes.
El barco en el que iba rumbo a Holanda, fue detenido por miembros del Servicio Secreto inglés. Ella pasó tres días en el cuartel general del Scotland Yard en Londres. La habían confundido con Clara Benedix, una espía alemana muy famosa en ese tiempo. Después fue dejada en libertad en España, en donde pasó una buena temporada, enviando información para Alemania. Por una casualidad, en el laboratorio del Servicio Secreto francés, encontraron la forma de leer los mensajes con la tinta invisible. La descubrieron pero a ella no le dijeron nada. Durante un par de semanas no tuvo ninguna clase de comunicación con su jefe inmediato.
A pesar del gran silencio del capitán Ladoux, a ella le falló su intuición femenina. Su suerte estaba echada. Permitieron que regresara a París, en donde luego de transcurrir algunos días, la detuvieron en el hotel donde se hospedaba. Fue trasladada a un lugar donde vivió tres meses. Una casona vieja atendida por monjas, donde las condiciones de vida eran terribles. Habitaciones y baños en muy mal estado, mala comida, y la conviviencia muy difícil con las otras reclusas acusadas de otros delitos. Teniendo en cuenta el nivel de vida que había llevado hasta el entonces, quizás el objetivo era humillarla, quebrarle el espíritu, para que confesara fácilmente. Pero no lo lograron.
Transcurrido este tiempo, la sometieron a un extenso interrogatorio que duró alrededor de dos meses. A cada pregunta que le hacía el investigador encargado, ella le daba extensas respuestas con lujo de detalles, en las cuales nunca confesó nada. Al repetirle las preguntas muchas y muchas veces para intentar agotarla, volvía a repetir exactamente lo mismo. Era una mujer muy sagaz y seguramente de un carácter muy fuerte. Quien terminó agotado fue el detective y dio por finalizada su investigación.
El juicio fue totalmente manipulado. No se le garantizaron sus derechos de defensa. Las pruebas presentadas fueron fabricadas por los miembros de la inteligencia francesa. Las puertas fueron cerradas a la prensa. Durante los días que duró el proceso, toda la cúpula militar y del gobierno francés temblaba de miedo, esperando las declaraciones de Mata Hari, con quien habían disfrutado más de un amanecer en su cama. Al revelarse sus nombres, esto sería como una bomba que acabaría con el prestigio y las familias de un número muy importante de funcionarios y militares de alto rango. Pero ella guardó silencio en este sentido. Ninguno de ellos tuvo la valentía de presentarse para ayudarla, para declarar en su favor. A pesar de que nunca existió una prueba definitiva de que había espiado para el gobierno alemán, la decisión había sido tomada.
Fue condenada a muerte, porque la acusaban de que con su espionaje había provocado la muerte de más de 50.000 soldados. El capitán Ladoux seguramente necesitaba un chivo expiatorio, al cual atribuir la responsabilidad de las grandes pérdidas de Francia durante la guerra. Todo esto fue un montaje, una farsa. Algo similar a lo que sucedió con Juana de Arco. Su ejecución se llevó a cabo el 15 de octubre de 1917 a las 6:15 a.m. Al encontrarse frente al pelotón de fusilamiento les lanzó un beso. Fueron escogidos doce oficiales, expertos en el manejo de armas y tácticas militares. Al momento de realizar la autopsia de su cadáver, se encontró una gran sorpresa, solo tres balas alcanzaron su cuerpo. Nueve de los disparos fallaron intencionalmente.
FUENTES Y REFERENCIAS
- BURAYA, L. C. (2005). Los 100 mundos de Mata Hari. Edimat Libros S.A. Madrid.
- NATIONAL GEOGRAPHIC. La trágica historia de la espía más famosa del mundo. 15 de octubre de 2024. [En línea]. Última consulta 9/11/2024. Disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/mata-hari-tragica-historia-espia-mas-famosa-mundo_17293
Increible manera de relatar cuantas vueltas dio esa narración al punto q se va de lo fantastico al suspenso a la trama a todo saltos de emociones increible, felicitaciones a éste magnífico escritor.
ResponderEliminarinteresante articulo, gracias por tantos detalles que no conocia de esta historia
ResponderEliminarJuan, una vez más admiro tu habilidad para resumir obras. Esta trama me tuvo en suspenso todo el tiempo. Gracias
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