Vincent, la tristeza durará para siempre

En 1874 Vincent van Gogh vivía en Londres y trabajaba en la galería Goupil & Cie, de la cual uno de los socios mayoritarios era su tío Vincent, a quien de cariño en la familia le decían Cent. Un negocio muy próspero, cuya sede principal estaba en París y tenía sucursales en varias ciudades de Europa. En ese momento, estaba hospedado en la casa de Úrsula Loyer y su madre, viuda de un pastor protestante. En su interior, al lado del jardín, ellas atendían una escuela preescolar para niños (kindergarten), algo bastante novedoso en aquel tiempo, pues seguía un método traído de Alemania que promovía el juego como forma de aprendizaje.


Sucedió entonces que el muchacho se enamoró de Úrsula. Ella con 19 y él con 21 años. Por lo cual, trabajaba con mucho entusiasmo. Se había ganado el aprecio de sus compañeros y su jefe lo consideraba el mejor vendedor. Cuando se armó de valor para expresarle lo que sentía y, además, pedirle que se casaran, ella lo rechazó. Un año antes se había comprometido con otro hombre. A partir de entonces, dejó de trabajar con la misma energía de antes y en mayo de 1875 fue transferido a París

Su nacimiento está enmarcado por un evento extraordinario, algo único en la historia. Nació el 30 de marzo de 1853 en Zundert, Holanda, en el hogar conformado por el pastor protestante Theodorus van Gogh y Anna Cornelia Carbentus. El párroco de Zundert, su padre, lo bautizó con el mismo nombre que le iba a poner a su primer hijo, que nació muerto un año antes, en el mismo día y mes: Vincent Willem van Gogh. Este suceso, que parece como de leyenda, es real y está plenamente documentado. Tiempo después nacerían sus cinco hermanos.

Autoretrato con sombrero de paja. Paris 1887

Cuando el pequeño Vincent caminaba rumbo a la iglesia de su padre, para asistir a los oficios, pasaba junto a la tumba donde estaba escrito su nombre en la lápida. ¿Qué sensación sentiría en ese momento? ¿Miedo? ¿Simple curiosidad? De su niñez es muy poco lo que se sabe. Lo cierto es que estableció una relación muy fuerte con la naturaleza, tal y como lo describe su hermana Elizabeth Huberta: "Conocía los lugares donde florecían las flores más raras [...], en cuanto a los pájaros, sabía exactamente dónde anidaba o vivía cada uno y si veía un par de alondras descender en el centenal, sabía cómo acercarse a su nido sin romper las hojas circundantes o sin lastimar los pájaros en lo más mínimo".

Entre 1864 y 1868 pasó por varios internados. El último de la lista fue en Tilburg, en donde además de estudiar sus materias básicas, recibió lecciones de alemán, francés e inglés, idiomas que llegaría a dominar con el transcurso de los años. Ahí terminó sus estudios secundarios. A los dieciséis años comenzó a trabajar en la galería Goupil & Cie en La Haya, gracias al apoyo de su tío Cent.

En agosto de 1872, Theo fue a visitar a su hermano mayor a La Haya. Durante aquel encuentro, los dos jóvenes, de 15 y 19 años, consolidaron una amistad muy grande, que duró por el resto de sus vidas. A partir de este momento, Vincent escribió a Theo alrededor de unas 650 cartas durante dieciocho años (1872–1890), que fueron guardadas religiosamente por su hermano. La mayoría de ellas, incluidas las respuestas de Theo y otras escritas a amigos del pintor, se conservan hoy en día. Estas son una fuente biográfica única, un testimonio muy grande, casi a modo de un diario, en el que el artista da cuenta de su cotidianidad, de su salud tanto física como mental, y de sus fantasmas y sus demonios. Este epistolario ha sido fuente de inspiración de biografías, películas y documentales sobre su vida. Theo siempre le brindó apoyo económico a su hermano y también fue su paño de lágrimas en sus momentos más difíciles.

Los almendros en flor. Saint-Rémy 1890

Cuando llegó a París en mayo de 1875, Vincent comenzó a refugiarse en la lectura de la Biblia. Úrsula Loyer lo había rechazado y atravesaba una profunda tristeza. Ya no era el vendedor estrella, así que le ordenaron dejar su puesto en la galería Goupil en Londres. Ese diciembre, viajó sin permiso a visitar a su familia. Al regresar, el administrador lo despidió.

Se marchó a Inglaterra, donde trabajó primero como maestro auxiliar en Ramsgate y luego como predicador en Isleworth. Leía mucho la Biblia, escribía sus propios sermones y, aunque con dificultad, predicaba en la iglesia. En la Navidad de 1876, sus padres lo enviaron a trabajar a la librería de Kornelius Braat, en Dordrecht. Aceptó un puesto en el departamento contable y comenzó en abril de 1877. En mayo empezó a prepararse para ingresar a la Universidad de Ámsterdam a estudiar Teología. Por esta época se enamoró de su prima Kee Vos Stricker, hija de una hermana de su madre. Él tenía 24 años y ella 26. En sus cartas a Theo la mencionaba como “K”. En Ámsterdam recibió clases de griego, latín y gramática.

Tiempo después viajó a Bruselas para capacitarse en una escuela misionera. Tras tres meses, sus tutores concluyeron que no tenía aptitudes para predicar, pues sufría de miedo escénico. Aun así, le permitieron ir como misionero a Borinage, una comunidad minera en el sur de Bélgica, a donde llegó en 1879. Allí adoptó una interpretación extrema de las Escrituras: regaló su ropa, se negaba a usar jabón, comía casi nada y vivía sin muebles. Su aspecto era lamentable. Cuando un inspector lo visitó y vio las condiciones en las que vivía, fue expulsado de la iglesia. Aun así, permaneció en Borinage, donde comenzó a dibujar.

En octubre de 1880 se trasladó a Bruselas para estudiar con reproducciones y modelos. En la primavera de 1881 se mudó a la casa del pastor Stricker, padre de Kee, en Etten. Seguía profundamente enamorado de su prima, al punto de proponerle matrimonio. Ella, viuda y madre de un niño, le respondió con la célebre frase: “No, no, jamás”. Según sus cartas, Vincent mantuvo durante mucho tiempo la esperanza de que las cosas cambiaran, pero no fue así.

La habitación de Vincent en Arlés, 1888.

Por este motivo, en la Navidad de ese año discutió fuertemente con su padre, quien le pidió que abandonara la casa. Desde entonces dejó de usar el apellido familiar y firmó sus obras solo como “Vincent”, en un acto de afirmación personal. Se distanciaba así del linaje protestante y comercial de los van Gogh.

A comienzos de 1882, tras el rechazo de Kee, conoció en La Haya a Clasina María Hoornik —Sien—, una prostituta embarazada y madre de una niña. La acogió en su casa, cuidó de ella y la usó como modelo en varios dibujos. La familia de Vincent se opuso rotundamente. Aunque la relación fue significativa para él, terminó en 1883 por la presión familiar.

Un par de botas. París 1887.

En diciembre de ese año regresó a la casa de sus padres, ahora en Nuenen, donde permaneció hasta noviembre de 1885. Allí pintó su primera gran obra: Los comedores de patatas. Luego pasó por Amberes, donde asistió brevemente a la Academia de Arte. En marzo de 1886 llegó a París sin avisarle a Theo. Al principio tuvieron roces, pero luego se reconciliaron. Durante los dos años que vivió en la capital francesa, pintó más de 200 cuadros y conoció a Toulouse-Lautrec, Emile Bernard, Gauguin, Pissarro, Cézanne y Seurat, entablando amistad con los tres primeros.

El 20 de febrero de 1888 llegó a Arlés, en pleno invierno. En mayo alquiló una casa vacía que llamó La casa amarilla. Su plan era fundar una comunidad de artistas que trabajaran juntos y enviaran sus obras a Theo, quien les pagaría una mensualidad, se vendieran o no.

Los girasoles. Arlés 1888

Entre marzo y octubre le escribió a Gauguin —entonces en Bretaña— para convencerlo de unirse. Gauguin respondía con reservas. Mientras tanto, Vincent vivía sus meses más productivos: pintó El Puente de Langlois, La Mousmé, El retrato de Joseph Roulín, Los girasoles y muchas otras obras. En sus cartas explicaba los símbolos de su arte: el girasol, “su flor”, representaba la gratitud; el sembrador —inspirado en Millet—, el anhelo de lo infinito.

El sembrador. Arlés 1888

Gauguin llegó finalmente el 20 de octubre. Al principio, ambos trabajaban bien, pero pronto comenzaron los conflictos. Gauguin no compartía su visión del arte y, más aún, lo menospreciaba. El 23 de diciembre ocurrió el célebre incidente: tras una fuerte discusión, Vincent se cortó parte de su oreja izquierda y se la dio a una prostituta llamada Rachel.

Tal vez temía que su amigo lo abandonara. También pudo afectarlo el inminente matrimonio de Theo con Johanna Bonger, pues temía perder su apoyo económico. Gauguin avisó a Theo, quien llegó a Arlés el 25 de diciembre, aunque solo se quedó un par de días.

El 7 de enero de 1889, Vincent fue dado de alta. Joseph Roulín, jefe de correos de Arlés, y su esposa comenzaron a cuidarlo. A pesar de lo ocurrido, aún soñaba con su comunidad de artistas. Un mes después, Theo recibió una carta del reverendo Salles informándole de una nueva crisis: Vincent decía ver personas que envenenaban y eran envenenadas. Lo internaron en el hospital. En sus cartas, Salles insistía con una pregunta: “¿Qué se debe hacer ahora?”. Ante el silencio de Theo, Vincent volvió a La casa amarilla. Pero los vecinos de Arlés, alarmados, firmaron una petición dirigida al alcalde para impedir su liberación, pues creían que representaba un peligro. Al principio, Vincent no entendía el rechazo. Con el tiempo, aceptó que estaba enfermo y que necesitaba ayuda.

El 8 de mayo de 1889, el pastor Selles acompañó a Vincent al hospital psiquiátrico de Saint-Rémy, a treinta kilómetros de Arlés. Allí en julio, sufrió una nueva crisis. Intentó suicidarse bebiendo pintura o trementina. Tras su recuperación, el doctor Peyron le escribió a Theo asegurando que su mente estaba lúcida y las ideas sucidas habían desaparecido. Durante los primeros meses se sintió bien, pero con el tiempo los demás pacientes comenzaron a asustarlo, y las monjas que los cuidaban lo aterraban. El 16 de mayo de 1890 van Gogh dejó el sanatorio. El Dr. Peyron cerro su expediente con una palabra: "curado".

La iglesia de Auvers, 1890.
Su último templo. Sin puertas, sin abrigo, sin fe. Solo el eco de una despedida.

Theo había coordinado su traslado con el doctor Paul Gachet, un médico amante del arte que vivía en Auvers-sur-Oise, una aldea cercana a París. Pero Gachet, más interesado en el pintor que en el paciente, no fue de gran ayuda. Van Gogh se alojó en la posada Ravoix. La hija del posadero, Adeline, de 13 años y Marguerite Gachet, hija del médico, posaron para él varias veces.

No faltaron los rumores: una amiga cercana de Marguerite le dijo a su padre que entre ella y Vincent había nacido un amor. El doctor rompió entonces su amistad con el pintor y le prohibió volver a su casa.

El domingo 27 de julio, vestido con su chaqueta azul de dril y su acostumbrado sombrero de paja, Vincent salió a caminar por la aldea. En algún momento se disparó en el pecho. Volvió a la posada y subió, herido, al cuarto del segundo piso. El dueño llamó al Dr. Gachet y a Theo. Dos días después, el 29 de julio de 1890, Vincent murió. Theo que lo acompañó hasta el final, relató sus últimas palabras:

"La tristeza durará para siempre".

Campos de trigo bajo un cielo nublado. Auvers 1890

Confieso que, al terminar mi relato, sentí mucha tristeza y se me humedecieron los ojos, imaginándome la escena final de la vida de Vincent van Gogh. Un artista extraordinario que fue rechazado y subvalorado por la sociedad de su tiempo. Durante su vida, su incondicional hermano Theo, solo pudo vender un cuadro, Viñedo rojo, por tan solo 400 francos. El artista intentó buscar su felicidad a través de las mujeres que amó, pero las circunstancias le fueron totalmente adversas. Quizás su época más feliz, de mayor plenitud, fue en aquellos meses entre febrero y octubre de 1889 en Arlés, donde conmovido por los colores de la naturaleza durante las estaciones de primavera a otoño, se inspiró para pintar sus grandes obras maestras. 

Es una lástima que no haya podido saborear la dulzura de la gloria en vida. Su reconocimiento se dio muchos años después de su muerte. 

Paz en su tumba.

FUENTES Y REFERENCIAS

  • Victoria Charles (2012). Vincent van Gogh. Parkstone International. Edición digital [e-book]. Disponible en Digitalia. Red Cultural del Banco de la República.
  • Irving Stone (1950). Anhelo de vivir. Editorial Diana S. A. Traducción Delia Piquerez. México, D. F.

Comentarios

  1. no sabia que el maestro, habia sido tan malas en el amor...

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  2. Magnífica recopilación de hitos en la vida del genial pintor, otra víctima de las enfermedades mentales, con un abundante legado para sus admiradores

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  3. Juan, felicitaciones x esta nueva historia compartida. Como siempre, enriqueciendo nuestro conocimiento. Gracias.

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  4. Gracias por estudiar la historia de un artista y hombre incomprendido , su vida esta marcada por la soledad, su sensible espíritu fue criticado por una sociedad muy cruel. Me gusta como logras describir el interior y causas que marcaron al hombre pobre, rico en genialidad, nacido en una época atrasada para su arte ,detrás de Van Gogh venia toda una revolución en el Arte.

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