Curioso origen de algunas palabras

Nuestra vida está llena de muchas curiosidades y nuestro lenguaje no podía ser ajeno a esta naturaleza. Hay palabras de uso muy cotidiano, cuyos orígenes encierran unas historias maravillosas, que van mucho más allá de las rígidas y frías raíces latinas y  griegas que nos enseñaban en el colegio. He aquí una pequeña muestra, que espero, sea del disfrute de todos ustedes.

Aceite

Aceite y aceituna provienen del árabe az zayt y az zaytuna respectivamente. Los árabes enseñaron a los europeos el mecanismo de extracción del aceite de oliva a partir de las aceitunas mediante el prensado en frío, cuyo producto se conoce como aceite virgen. Tiempo después por propia iniciativa los occidentales aprenderían la extracción de otros aceites como el de soya, arroz y maíz, entre otros. En el portugués se reserva el nombre de azeite exclusivamente para el aceite de oliva, los demás son llamados óleos. Mientras que en el español utilizamos esta misma palabra para nombrar también a otros de origen vegetal y los derivados del petróleo.

Adrenalina


Es la hormona que se produce cuando hay estado de alteración o estrés. Ayuda a realizar grandes esfuerzos físicos. Fue descubierta por el bioquímico japonés Jokichi Takamini, formando el nombre a partir del riñón, que es donde se ubican las glándulas secretoras; utilizó el prefijo ad, que significa proximidad; renalis, relativo al riñón; y por último, el sufijo ina, que se aplica a algunas sustancias químicas.

Agregar

Los romanos llamaban gregis, a sus rebaños. Este vocablo dio origen a varias palabras de nuestro idioma, empezando por grey, que en el lenguaje eclesiástico alude al "rebaño" de la iglesia. Cuando una res se sumaba al rebaño, los romanos usaban el prefijo a, antes de gregis, para formar agreggare (agregar). Si uno o varios animales se separaban de la manada, se utilizaba el prefijo se, para indicar que eran segregados y cuando el conjunto se dividía, anteponían el prefijo dis, expresando que se disgregaba. Al final del día se utilizaba el prefijo con, formando la palabra congregar, para indicar que el rebaño se reunía en un establo. A los seres humanos que les gusta vivir en comunidad, se les atribuye carácter gregario. En el lenguaje ciclístico se utiliza mucho la palabra gregario, para indicar a un corredor de un equipo que ayuda mucho a su líder para que triunfe en la carrera. Si una persona se destaca de una forma impresionante decimos que es egregio.


Gringo

Se han dicho algunas historias interesantes sobre el origen de esta palabra. Una de ellas, narra que cuando los norteamericanos invadieron México en 1847 vistiendo sus uniformes verdes, algunos nativos que al parecer hablaban inglés, los rechazaban diciéndoles: ¡Green go! (váyanse verdes), pero esto realmente es una leyenda urbana, ya que la palabra aparecía en el diccionario de Esteban de Terreros publicado entre 1765 y 1783, casi un siglo antes de que Estados Unidos invadiera el país azteca. El verdadero origen es mucho más antiguo. Sucede que en la Edad Media, era muy frecuente mencionar las alocuciones en latín acompañadas de su versión en griego. Pero en cierta época, la Iglesia Católica prohibió el uso del griego y llegó a ser considerado como un idioma incomprensible, y en este orden de ideas, en el latín medieval surgió la expresión graecum est, non potest legis: "es griego no se puede leer", para referirse a cualquier lengua extranjera.

En el mencionado diccionario de Esteban de Terreros se explica así:

gringos llaman en Málaga a los extranjeros, que tienen cierta especie de acento, que los priva de una locución fácil y natural castellana, y en Madrid, dan el mismo nombre con particularidad a los irlandeses.

En América el término se popularizó con variantes. En México usado exclusivamente para referirse a los norteamericanos. En el Río de la Plata se aplicó durante la primera mitad del siglo XX a los italianos, y actualmente a los norteamericanos también. Según el diccionario de Corominas, la alteración fonética de "griego" a "gringo", se habría producido en dos tiempos. Primero de griego a grigo, una reducción normal en castellano, y luego más tarde de grigo a gringo.


Gripe

El nombre de la popular enfermedad conocida también como gripa, está registrado en nuestro idioma desde 1897, teniendo su origen en el francés, grippe, del verbo gripper: tomar, coger, asir, y este del fráncico grîppan, que a su vez, proviene del germánico greifen. En el siglo XVIII, la grippe era definida en publicaciones francesas, como una enfermedad que se apodera de uno bruscamente. En castellano la palabra gripe aparece hasta el siglo XIX, entre otros, en una obra del novelista español Jose María de Pereda titulada Escenas Montañesas.
Gritar
Quiritas fue el nombre que los romanos dieron a los sabinos, un pueblo itálico que vivía en la colinas del Quirinal, situada al este del Tíber, cuya religión tuvo gran influencia en las costumbres de Roma. El gentilicio y el nombre de la colina, era un homenaje a su dios de la guerra Quirino. Cuenta una leyenda que en cierta ocasión los romanos raptaron a las mujeres sabinas, desatándose una guerra que duró varios meses, hasta que las víctimas aparecieron en el campo de batalla con sus hijos recién nacidos, hijos de los romanos, lo cual dio lugar a una reconciliación inmediata entre ambos pueblos. Poco tiempo después, comenzaron los quiritas a ganar gran prestigio, a tal punto que en el siglo III a.C., eran considerados dentro de la élite de la sociedad romana. Tan poderosa llegó a ser su influencia después de la integración, que en Roma había surgido la expresión "pedir ayuda a los quiritas", que con el tiempo quedó resumida en el verbo quiritare.

Tiempo después, el verbo quiritare llegó a adquirir el significado de "gritar por ayuda", y en el latín vulgar de la Edad Media se convirtió en critare, llegando unos años después al español como gritar. Este vocablo latino con tan impresionante historia, ha permanecido en otras idiomas afines, como en el francés crier, en el italiano gridare.


FUENTES Y REFERENCIAS








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