Paganini, más allá de la leyenda

En el otoño de 1801, un violinista realizó un concierto de 28 minutos en una solemne misa pontifical en la antigua ciudad toscana de Lucca en Italia. Los asistentes quedaron completamente alucinados por su presentación, en la cual también imitó el canto de los pájaros, el sonido de la flauta, del trombón y de la trompa. Fue un despliegue impresionante de virtuosismo. Las imitaciones generaron algunas carcajadas a pesar de estar en una iglesia. Al finalizar su presentación se produjo un silencio sobrecogedor, no se escuchaba ni un susurro. Luego de algunos minutos, alguien comenzó a aplaudir tímidamente y poco a poco los demás se fueron animando y el entusiasmo aumentó hasta lograr un estruendoso aplauso que duró varios minutos. Nunca antes nadie había tocado una melodía semejante en una celebración eucarística. El músico quien en ese momento tenía 19 años era Nicollo Paganini.

Su nacimiento tuvo lugar el 27 de octubre de 1782 en Génova, Italia. Sus padres fueron Antonio Paganini y Teresa Bocciardo. Antonio era un trabajador portuario aficionado a la música, quien le enseñó a tocar la bandolina y la guitarra cuando tenía cinco años. A los siete le enseñó a tocar el violín. De su padre también aprendió su afición por las apuestas. Muy pronto vio el potencial comercial de su hijo, y  en su afán de empezar a ganar dinero a costa de él, lo obligaba a practicar el violín más de ocho horas diarias. Si el niño no lo hacía le pegaba y no le daba de comer. Por supuesto esto afectó gravemente su salud y quizás por el resto de su vida. En Génova recibió lecciones de un violinista llamado Cervetto. A los nueve años realizó su primera aparición en público y a los trece llevó a cabo una gira por varias ciudades de Lombardía en compañía de Antonio. Algún tiempo después, lo llevó a Parma para que recibiera clases con Alessandro Rolla y más adelante estudió composición con Gasparo Ghiretti.

Todo parece indicar que a los dieciséis años, cansado del maltrato de su padre, se voló de su casa y empezó a vivir una vida muy desordenada. Se dedicó a las apuestas y al licor. Las mujeres también formaban parte de su afición. Se sabe que entre 1801 y 1804 tuvo una relación con una dama de la alta sociedad toscana. Durante este tiempo se dedicó a estudiar la guitarra hasta dominarla por completo. Con esta sentía un cariño muy especial y su sonido era más dulce y luminoso. Se decía que usaba la guitarra para conquistar a sus amantes quienes no fueron pocas. Compuso también numerosas obras para este instrumento. En una ocasión llegó al extremo de vender su violín para pagar sus deudas. Afortunadamente un admirador suyo que se encontraba en Livorno, le hizo el magnífico regalo de un Guarnieri, un violín tan extraordinario como un Stradivarius, el cual se convirtió en su favorito. Años después cuando alcanzó el éxito dejó el juego. En 1815 comenzó a componer sus 24 Caprichos, con los cuales ganó un puesto de honor en la historia.

Teresa también veía el potencial de su hijo con grandes posibilidades de ascenso social. Ella decía haber tenido un sueño cuando él tenía cinco años. En este había un teatro en llamas, en cual, Nicollo siendo adulto interpretaba el instrumento bajo la dirección de Tartini, un destacado maestro de violín de ópera del Siglo XVIII. Tartini competía por el alma de Nicollo con un diablo rojo que sostenía una guitarra. Luego apareció en la escena un ángel, a quien le pidió que su hijo fuera un gran violinista y que su nombre fuera inmortal. El ángel le indicó con un gesto que se le concedería el deseo. Madre e hijo conocían la historia y la utilizaron en su provecho. Pero muy pronto se propagó la idea de que Paganini había hecho un pacto con el diablo y así fue como nació la leyenda.

En una época de tanta superstición, todos creían en la leyenda, tanto sus admiradores como sus detractores. Desde quienes nunca habían asistido a uno de sus conciertos hasta los compositores y poetas de mayor renombre de su tiempo. Él alimentaba la leyenda con su aspecto personal. Era un hombre casi retorcido, de grandes orejas, rostro demasiado pálido, alargado y cuadrado; su largo cabello negro le caía sobre el cuello y sus ojos eran hundidos. Siempre vestía con ropa oscura. Por lo general un abrigo que le llegaba hasta los tobillos, haciéndolo parecer de gran estatura cuando en realidad era de talla media. Todo esto le daba un aire fantasmagórico.

Cuando tenía 42 años, comenzó una relación con la soprano Antonia Bianchi con quien tuvo un hijo que nació el 23 de julio de 1825. Nunca se casaron pero la relación se fue volviendo muy violenta hasta que finalmente se separaron. Él se hizo cargo de su hijo a quien le puso los nombres de tres conquistadores, Aquiles Ciro Alejandro. Aquiles se convirtió en su mejor compañía, ayudante y traductor durante el resto de su vida.

Elisa Bonaparte (1777 - 1820)

Su éxito pronto llegó a oídos de Elisa Bonaparte, hermana de Napoleón, a quien había coronado como princesa de Lucca y Piombino. Paganini fue nombrado primer violín de la corte y al poco tiempo capitán de la Guardia Real, con una relación muy cercana a la princesa, sobre la que algunos afirman que fueron amantes. Tiempo después ella le concedió el permiso para viajar y empezó a escribir sus aventuras. En uno de sus relatos contaba que en un concierto en Livorno, se pinchó un talón con un clavo y salió cojeando al escenario, lo cual hizo reír al público; mientras se preparaba para tocar, se le cayeron las velas del atril y produjo más carcajadas, luego al empezar el concierto se le rompió una cuerda del violín y de nuevo se rieron. Pero al ver que continuaba tocando con tres cuerdas se desató la locura.

Algún tiempo después su relación con la princesa se dañó por celos con Pauline, su hermana menor y más bonita. Muy seguramente Paganini andaba coqueteando con la chica, lo pillaron y entonces se enfureció con él. En medio de una fiesta abandonó la corte. En 1819 le llegó una invitación del príncipe austríaco Metternich para tocar en su palacio, pero por quebrantos de salud tuvo que aplazar su viaje. En 1828 finalmente tocó en Viena, en el salón privado del monarca. Luego viajó a Alemania y Polonia donde tuvo un gran éxito. En Praga no le fue muy bien. Realizó 125 conciertos en más de cincuenta ciudades entre 1828 y 1831, en los que ganó muchísimo dinero.

A partir de entonces se volvió excéntrico. En ocasiones hacía esperar al público demasiado tiempo. Lo escudriñaba escondido tras el telón del escenario. Por último entraba, saludaba con el arco en alto como si estuviese haciendo un saludo con una espada. Nuevamente sus múltiples enfermedades empezaron a acosarlo. Sufría de una tos persistente y tenía el sistema digestivo lastimado por tantas medicinas, incluyendo el mercurio que tomaba para el tratamiento de la sífilis, lo cual le había destrozado los dientes.

Paganini llegó a Paris con Aquiles de cinco años el 24 de febrero de 1831. Causó un gran escándalo en la ciudad al negarse a tocar para el rey. Se disculpó diciendo que tenía demasiada tos. Con la ayuda de Rossini se presentó en el Teatro de la Ópera el 9 de marzo. En esta ocasión cobraron las entradas al doble del precio normal. A este concierto asistió el público más selecto y distinguido de la ciudad y de Francia, como Theophile Gautier, Eugéne Delacroix, George Sand, vestida de hombre para poder sentarse en la platea; Gioachino Rossini, Cherubini, Auber, Henrich Heine y el joven Franz Liszt. Según relata uno de los asistentes, "se balanceaba hacia adelante y hacia atrás como si estuviera borracho; daba puntapiés al aire, se tropezaba con sus propios pies; levantaba y estiraba sus brazos como si fueran alas". Aunque fue una presentación bastante alocada, la interpretación fue espléndida los enloqueció con su música.

En abril de este año viajó a Inglaterra. Allí intentó también cobrar el doble del precio normal de la boleta y recibió una lluvia de críticas por parte de la prensa en Londres. Luego de superar estos inconvenientes, se presentó el 3 de junio de 1831 cobrando el valor normal de la entrada. Recibió varios elogios por parte del periódico The Times. Finalmente regresó a su natal Génova a principios de octubre de este mismo año, completando seis años y medio de gira por Europa. Volvió a Italia siendo el solista más aplaudido y más rico de su época. Murió en Niza en medio del dolor de múltiples enfermedades, el 27 de mayo de 1840. Se le negó un entierro católico, a pesar de la dura batalla librada por sus amigos y su hijo con el obispo de Niza. Su cuerpo estuvo embalsamado dos años antes de enterrarlo de forma no oficial en una finca privada. Fue exhumado tres veces antes de descansar definitivamente en el cementerio de Parma treinta y seis años después en 1876. Veinte años más tarde, en 1896, volvió a ser exhumado y enterrado de nuevo en el cementerio de Parma. Esa fue la triste despedida de quien ha sido considerado el mejor violinista de todos tiempos.

FUENTES Y REFERENCIAS


 

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